Físicamente puede haber personas casi idénticas, como los hermanos gemelos, pero incluso en ellos, siempre existe algo que los hace distintos, algún detalle que los diferencia. Esta cuestión es tan lógica como absurda es la idea de adoptar la apariencia de la persona con la que tratamos.
No me puedo imaginar a alguien que va a comprar el pan y se tiña el cabello de rubio porque la panadera es rubia. O una persona se ponga lentillas de colores porque tiene una reunión con su jefe que tiene los ojos de ese color. Es algo surrealista y, por suerte, no suele pasar.
Dicho lo anterior, os pongo otro ejemplo:
Un padre y su hijo van a la tienda de la esquina de su casa a comprar algo que necesitan para hacer el almuerzo. Al entrar en la tienda saludan cortésmente y piden al dependiente, por favor, lo que quieren comprar. Este los atiende con cara de pocos amigos y groseramente, vendiendo lo que le han pedido con desfachatez y poca amabilidad.
En este caso, el padre puede actuar de una manera lógica o, de lo contrario, puede ser surrealista y absurdo. Es decir, si es coherente a su forma de ser, lógicamente le daría las gracias al encargado de la tienda y se despediría con la misma cortesía que cuando entró. Seguiría siendo él mismo porque no había motivo ni sería normal que hiciera lo contrario.
O puede que decidiera tomar la actitud del dependiente, poniéndose de mal humor y tratándolo groseramente. Estaría adoptando la personalidad de ese hombre, dejando de ser él mismo para parecerse a la persona con la que está tratando. Sería lo mismo que teñirse de rubio o ponerse lentillas de colores, algo realmente absurdo, por no decir nada acerca del mal ejemplo que estaría recibiendo ese niño por parte de su padre.
Se trata de ser humanos, es decir, de ser diferentes unos de otros. Ser y actuar como cada uno es, ser coherente y ser auténtico.
Por desgracia, nuestra inconsciencia nos hace, a menudo, tomar la segunda actitud y tendemos a reaccionar de la misma manera que la persona con la que nos relacionamos. Adoptamos el papel de alguien distinto a nosotros con una finalidad desconocida con la que no conseguimos nada.
Hemos aprendido a reaccionar en lugar de actuar con coherencia a lo que somos: seres humanos totalmente diferentes.
J.M.G.G.