Uno de los propósitos del ser humano es, sin duda, la libertad. Decidir, actuar y sentirse libre es casi una necesidad para poder realizarse como persona y todo el mundo aceptamos que, más que algo necesario, es un derecho inherente al Ser humano.
A pesar de todo, el concepto de libertad es,
para la mayoría, algo ambiguo y abstracto. Tanto es así que cada uno de
nosotros entiende la libertad de una manera distinta.
Pero ¿Qué es la libertad? ¿Cuándo una
persona se siente libre? Cuando te levantas y comienzas la jornada cada día,
¿Te sientes libre? Si la respuesta es si te haré otra: a pesar de sentirte
libre ¿realmente lo eres o solo te sientes así? Alguien puede sentirse triste pero no por eso
es una persona triste. Tú puedes sentirte cansado pero no ser una persona
cansada. Yo puedo sentirme feliz pero no ser una persona feliz.
El día a día, las obligaciones, el trabajo,
los compromisos, etc. Son aspectos de la vida que están ahí, nos tienen atados
aunque no vemos las cuerdas y por eso nos sentimos libres sin serlo realmente. Somos
libres de hacer todo lo que debemos porque si no lo hacemos tendremos consecuencias.
Os preguntaréis a dónde quiero llegar con todo
esto, estaréis pensando si lo que quiero decir es que sería mejor vivir sin
trabajar, sin dar importancia a nada, siendo un pasota, sin interés por nada. Os
estaréis cuestionando la existencia de la libertad.
La libertad eres tu y yo y tu vecino, todos
somos la libertad porque la libertad es ser tú y no lo que lo que deberías ser.
La libertad existe porque nacimos con ella pero la fuimos perdiendo, algunos,
por desgracia, incluso un segundo después de nacer.
Cuando llegamos al mundo no estábamos
programados para convertirnos en nada, ni actuar o ser de una determinada
manera. La influencia de los padres, de la cultura y del entorno, nos hizo
pensar que debíamos ser y hacer lo que nos iban enseñando. Para ser libre no
puedes estar atado a nada, ni a una cuerda, ni a una creencia con la que creciste
ni a una persona por más amor que sientas por ella.
Para ser libre debes ser tu propio dueño
dejando apartadas las normas dictadas por otro y dejando de ser el siervo de
los demás, sea quien sea la persona que imponga las normas solo tú eres quien
tiene el poder para decidir en tu propio reino que eres tu mismo.
Que un esclavo quiera ser libre nunca ha gustado al
amo. El dueño de tu libertad siempre pensará que lo correcto y lo normal es que
le pertenezcas. Cuando alguien no acepta tu derecho a ser lo que quieres por ti
mismo, es porque no acepta que seas libre. De la misma manera no podemos ser
dueños de la libertad de otra persona. Aquí entra en juego algo que como buen
gobernante de tu libertad deberías poseer: tolerancia y respeto. Por desgracia,
la inconsciencia hace que seamos esclavos y a la vez dueños, los unos de los
otros, intentando imponer y dejando que nos impongan.
En el cuento de Lewis Carroll “Alicia en el país
de las maravillas”, hay un momento en el que Alicia le pregunta al Conejo Blanco
si la libertad existe. El Conejo le responde: “Existe. Pero para conseguirla te
debes de enfrentar a los Dioses de la tierra, recuperar tu poder y hacerte
soberana de ti misma. Eso siempre les ha enfurecido. ¿Estás dispuesta?”.
La
libertad es todo lo que eres, existe porque existes, porque es lo primero
que fuiste en la vida: libre. Ahora: ¿Estás dispuesto?
J.M.G.G.
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