Que difícil se hace vivir en algunas ocasiones ¿no?. La vida cotidiana no nos llena, hoy no es como lo habíamos imaginado, así que optamos por poner nuestras esperanzas en el futuro, en lo que nos llegará a partir de mañana. Nos quedamos esperando ilusionados en que será entonces cuando seremos felices porque hoy no ha podido ser.
El día pasa y llega
el ansiado mañana donde deberíamos encontrar la felicidad, pero vuelve a pasar
lo mismo: todo sigue igual. Puede que haya cambiado algo pero no es cómo
habíamos pensado. No pasa nada, mañana seremos felices. Así pasamos los días
persiguiendo la felicidad igual que un niño salta para alcanzar las nubes.
Algunos tienen tendencia
a reportarse al pasado recordando las oportunidades perdidas, arrepintiéndose
de una decisión o lamentándose de lo que hicieron en un momento de su historia
echándose en cara que fue un error. Así van pasando un día tras otro sin darse
cuenta de que la vida va pasando. El presente que hoy tienen está intoxicado
por las lamentaciones de lo que sucedió y no son conscientes de que mañana se
lamentarán de que hoy no son felices.
Condicionamos
nuestra felicidad a las circunstancias. Pero eso significa comprometer nuestro
bienestar a lo que el azar o la vida nos va deparando. Jugamos una lotería en
la que, si tenemos suerte, podremos ser felices, si no solo nos queda esperar
que cambie nuestra fortuna. Eso es todo. No nos responsabilizamos ni nos
hacemos cargo de lo que podemos hacer para conseguir la vida que nos gustaría. Dejamos
de lado lo más importante: nuestra actitud.
Ante circunstancias
adversas nuestra manera de afrontar las cosas puede ser lamentándonos, con tristeza
o resignación, dejando apartada la única actitud que puede ayudarnos, la que
llevamos con nosotros siempre a pesar de las condiciones negativas que podemos
estar atravesando. Es la actitud de felicidad.
La felicidad no se
busca ni se encuentra porque la llevamos con nosotros. No entra en nuestro
cuerpo como el oxígeno o nos sobreviene como un ente extraño, por lo tanto no
hay que buscar ni esperar nada.
De toda
circunstancia se puede entresacar la felicidad que llevamos dentro. ¿Cómo? Con
nuestra actitud encaminada a lo que sabemos que queremos.
Ante un hecho
triste, decepcionante, adverso o negativo, las emociones de tristeza o desánimo
aparecen sin ningún esfuerzo por nuestra parte, es ahí donde debemos ser
conscientes de que es normal e incluso bueno sentir esas emociones negativas
pero, de la misma manera, llevamos con nosotros la felicidad y, en nuestra
actitud, está la fórmula para que surja. No tenemos que esperar que suceda algo
para que la tristeza se transforme en alegría. Hay que actuar para que la
tristeza se disipe y se imponga la emoción que queremos sentir. ¿Por qué hay
que esperar si podemos estar alegres ahora?
Cualquier instante
de nuestra vida dedicado a buscar la felicidad fuera de nosotros, es tiempo
perdido tratando de mejorar, cuando, en realidad, es en uno mismo donde se
encuentra lo que buscamos.
Si cada mañana nos
levantamos con el firme propósito de sacar la felicidad de cada momento, de
aprovechar cualquier circunstancia, por mala que sea, para encontrar algo positivo.
Estaremos aprendiendo a actuar para ser felices y, así, hallar la felicidad que
todos llevamos con nosotros. Suceda lo que suceda siempre hay un trasfondo del
que obtener algo positivo. ¡Siempre! Podemos tardar pero la actitud nos iluminará y llegaremos a verlo.
Si miras donde estás
ahora mismo podrás ver que puedes ser feliz si tu actitud es esa. No hay secretos,
no hay trucos, no es azar. Es voluntad, consciencia, amor propio.
Tu felicidad no
está en un lugar, ni en un momento, no se encuentra en nada ni en nadie. Tu
felicidad reside en ti mismo y en este momento.
Tu actitud te hará
feliz.
J.M.G.G.
En busca de la felicidad cada segundos, minutos y cada horas pensándonos que es tiempo adecuado para alcanzar esa felicidad con mente positivo y esperanza, aprendiendo algo más en cada fracaso y cada caída sin rendirnos......
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