Somos millones y millones de personas las que convivimos en este planeta, cada uno con su vida particular y su particular visión de la vida. Pero cuando sale el sol, sale el sol para todos, da igual lo que cada uno piense, la realidad es la que es.
Existen infinitas creencias pero realidad solo hay una. Esto es así
y es algo irrebatible. ¿Por qué entonces seguimos filtrando la
realidad? ¿Por qué solo damos como bueno lo que ha pasado por el
colador de nuestra mente? Algo tan fácil de comprender, no somos
capaces de asimilarlo y esto nos acarrea consecuencias que, si lo
analizamos, son absurdas.
Igual que respiramos el mismo aire, la realidad es, también, la
misma para todos. Si tenemos claro que es así y somos conscientes de
que son nuestras creencias las que nos hacen vivir la realidad de una
manera particular: esas creencias pierden su utilidad, se convierten
en algo totalmente innecesario.
Pero nadie puede dejar de tener un ideal, su propia opinión o su
particular forma de ver las cosas. Esta característica humana la
usamos como instrumento de defensa ante los peligros que vemos en la realidad en la que estamos inmersos. Por eso generamos creencias:
para parapetarnos de la verdad.
Teniendo en cuenta esto tenemos que poner en duda los ideales, una
determinada creencia es una realidad filtrada pero no es lo que
existe, lo real. Aceptar esto es muy difícil, es hacernos
vulnerables y debemos eliminar de nosotros los prejuicios.
Vivimos
negando continuamente lo que es, buscamos explicaciones que se
amolden a nuestras creencias porque, de lo contrario, la realidad nos
puede hacer daño o nos puede perjudicar. No somos capaces de aceptar
que las cosas son como son.
Para lograr distinguir la realidad de nuestra interpretación, se
necesita generosidad, comprensión y humildad. Afrontarla saliendo
del escondite que bautizamos con nombres como ideales, creencias,
principios, etc. Todo esto son herramientas para evadirnos y amoldarnos a lo que ocurre para que nos resulte más comprensible y cómodo.
Tener creencias es lo más fácil e, inconscientemente, lo más
recurrente pero ¿Son necesarias? ¿Necesitamos creer en el día y la
noche para aceptar que el sol sale y se pone? No existe discusión ni
hay dudas. Cuando aceptamos la realidad y admitimos que la vemos
desde un punto de vista particular todo se convierte en relativo y se
abren multitud de puntos de vista con los que afrontar una cuestión.
La realidad es un hecho que no se puede evitar. Las creencias
son la válvula de escape para hacer más leve una situación o para
entenderla. Pero ese hecho seguirá siendo el mismo. Es así, es la
verdad sin filtros.
La realidad es pureza. Cuando la pasamos por nuestro colador
particular, deja de serlo para convertirse en algo que podemos llamar
ideal, creencia, opinión, ect. , pero eso: ya no
es la realidad y lo que no es real no existe.
J.M.G.G.
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