Hemos crecido en un mundo donde lo importante es conseguir lo que queremos. Dedicamos nuestra vida a llegar a ser, a conseguir, a dejar de ser lo que somos para lograr ser lo que nos gustaría. Esto se convierte en un reto que no nos perjudica, al contrario, es bueno tener objetivos, metas o sueños siempre y cuando, estos, no se conviertan en algo obsesivo que condicione nuestra vida.
A la vez que has
ido creciendo, te has convertido en la persona que eres hoy en día pero ¿Eres
la persona que querías ser? Seguramente sí lo hayas logrado pero hoy te
gustaría llegar a ser algo nuevo que no eres y continuarás esforzándote una y
otra vez. Tu vida se convierte en una lucha constante por conseguir una idea
que tu mente ha creado y se ha validado como buena para ti. Sabes lo que eres y
quieres llegar a ser lo que piensas porque crees que así serás más feliz. Si no
lo consigues te sentirás frustrado por no ser la persona que tenías idealizada
en tu mente, menospreciando al ser humano real que eres tú, el verdadero, el
que sí existe, el que está viviendo tu vida.
¿Debemos renunciar
entonces a ser como nos gustaría? No se trata de eso, ser mejores para vivir
mejor es un buen plan, pero la fórmula para ser como nos gustaría no pasa por
la lucha constante para conseguirlo sino todo lo contrario. Dejar de luchar
para llegar a ser y, simplemente, aceptar lo que somos, nos acerca a pasos
agigantados al objetivo.
Soy una persona
normal, tan normal que soy la más vulgar de las personas y quisiera llegar a
ser una persona brillante o destacar en algún sentido. Puedo tratar de hacer
cosas, adoptar actitudes o intentar todo lo posible para ser como me gustaría
pero ¿Dejaría de ser la misma persona? La respuesta es no. Seré el mismo tratando de ser distinto. Sin embargo, si me acepto como soy y actúo en consecuencia ya habré logrado ser brillante, habré dejado de ser
vulgar para convertirme en alguien único. Me daré cuenta que no hace falta nada
para ser especial porque ya nací así. Acabará la lucha, no tendré que actuar ni
hacer nada que no sea ser como soy, lo que nace de mi mismo.
Si lo que pasa es
que me doy cuenta de que mi forma de ser no es correcta porque soy demasiado
brusco, violento, arrogante, negativo, etc. La solución es la misma. La lucha
constante por dejar de ser algo para llegar a ser otra cosa, además de agotarme,
ese esfuerzo posiblemente agudice las cualidades que trato de cambiar.
Alguien orgulloso que
quiere volverse sencillo y humilde, se esforzará por ser así pero ese mismo
esfuerzo es, en sí, una actitud orgullosa. Aceptando su orgullo,
automáticamente se produce la transformación. Sin lucha, sin esfuerzo, estará
actuando humildemente, habrá llegado a ser como quiere.
Llegar a ser es una
idea formada en la mente. Ya eres como quieres ser, solo tienes que observar y
aceptar lo que eres. Todo es más sencillo si dejas de luchar contra ti mismo.
Mírate y verás que
ya eres.
J.M.G.G