¿Quien eres? esta simple pregunta debería tener una sencilla respuesta, prueba y observa tu contestación. Con toda seguridad te habrás definido refiriendo tus cualidades, ocupaciones, gustos u otros aspectos que te caracterizan pero ¿Es esa la respuesta a lo que pregunté? Eres una persona de una determinada estatura y peso, llamada X, todo lo demás, si lo analizas, son calificaciones y juicios hacia ti mismo para que tu interlocutor haga la misma interpretación acerca de ti.
Lo que tú crees que
eres es solo eso: lo que crees, una visión hacia ti mismo que la haces real y
la conviertes en un hecho. Pero las interpretaciones son libres y otra persona
puede tener un concepto totalmente opuesto hacia ti y creer que eres todo lo
contrario a lo que piensas. Los juicios son interpretaciones de una realidad,
por consiguiente, no son verdaderos ni falsos, todo depende de la persona que
los emita.
Juzgar es una acción inherente al ser humano y
con un poder tal que influye de una manera realmente grande en nuestro
comportamiento. Pasamos los días etiquetando y siendo etiquetados. Cuando una
persona nos juzga solemos responder a esos juicios convencidos de que son
verdad e intentamos, a toda costa, demostrar que están equivocados. No nos
paramos a pensar que ese juicio es una creencia de alguien que ha hecho su
propia interpretación de nosotros. Posiblemente esa persona ni tan siquiera es
cercana a nuestro entorno pero, aún así, su juicio influye en nuestro comportamiento.
Cuando se juzga se
puede decir que se le adjudica una identidad a la persona que recibe el juicio
o se le puede destruir la que posee. Es tan poderoso el poder de los juicios
que las consecuencias pueden llegar a ser nefastas.
Un ejemplo de esto
es cuando, por desgracia, vemos en las noticias episodios de acoso escolar a
niños o adolescentes que han sido juzgados y etiquetados, por sus propios
compañeros, con juicios negativos que han condicionado su conducta y han tenido
consecuencias, en algunos casos, desgraciadas.
Afortunadamente los juicios también actúan de
la misma manera cuando son positivos, esto nos da la opción de crecer, nos
pueden servir de motivación y nos ayudan a afrontar el futuro con una actitud
más positiva.
Por lo tanto, a raíz de los juicios, establecemos
nuestra identidad. Es muy importante tener un juicio positivo de ti mismo para
emprender las acciones necesarias que te acerquen al objetivo de ser quien
quieres ser. Esas acciones nacidas de la interpretación positiva de ti mismo,
si se mantienen en el tiempo, lograrán que la opinión que tienes hacia ti mismo
cambie.
Debemos aprender a
convivir con los juicios y a manejarlos en beneficio propio. Es importante que
podamos intercambiar juicios e interpretaciones sin miedo. Esto significa poder
recibir juicios críticos sin ponernos a la defensiva, agradeciendo y asimilando
la información con la conciencia clara de que se trata de una interpretación de
la otra persona y nunca una realidad consolidada. Así podemos conseguir crecer,
aprender y algo, para mí, fundamental: ser humildes.
También es
importante, de la misma manera, ser capaces de emitir nuestros juicios críticos
hacia los demás y no dejarlos dentro de nosotros. Cuando callamos estamos
guardando lo que sentimos y eso nos afecta emocionalmente, condiciona nuestro
comportamiento y la relación con otras personas.
La realidad tiene
tantas versiones como personas existen en ella. Interpreta tu propia vida.
J.M.G.G.
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