Los seres humanos, como cualquier otro animal, tenemos un mecanismo que nos permite escapar de situaciones que pueden conllevar algún tipo de peligro, es el estrés.
Cuando oímos la palabra estrés solemos pensar en algo negativo, en nervios y carreras sin tiempo para nada, pero no siempre es así. En realidad el estrés nos permite reaccionar ante multitud de situaciones de una manera adecuada, como puede ser levantarnos para ir al trabajo, mantenernos atentos en una clase, ir rápido cuando nos retrasamos, etc. El estrés es algo muy necesario y positivo en nuestra vida. El problema es cuando no podemos controlarlo y se transforma en algo crónico que se nos escapa de las manos.
Cuando no somos capaces de controlar el estrés permanecemos constantemente alerta y cualquier situación nos puede parecer vital, aun tratándose de algo sin mucha importancia. Percibimos amenazas constantemente y nos preocupamos de forma innecesaria. Casi todos, en alguna ocasión, hemos llegado al punto de no poder dormir por no poder dejar de pensar en algo que nos preocupa o nos pone nerviosos. El estrés se descontrola y pasa a ser algo dañino.
Para controlar estas reacciones es importantísimo saber cuando estas empiezan a no ser normales. Para esto es necesario conocer las señales que nos da nuestra propia mente por medio de las emociones que sentimos en cada situación. La ansiedad, la rabia, el agobio, la culpabilidad o la tristeza son algunas de las señales que nos están indicando que nuestro nivel de estrés se está saliendo de lo normal.
Por desgracia, tenemos mucha facilidad para preocuparnos y que se encienda la luz de alerta que dispara el estrés. Cualquier situación consigue que no paremos de pensar y casi siempre nos imaginamos un desenlace negativo a las mismas. Esto hace que el nivel de estrés se eleve aun más. Por ejemplo: Si un hijo sale con los amigos y tarda en regresar a casa, empezamos a preocuparnos y nuestra mente comienza a imaginar que puede haberle pasado algo malo, nos ponemos nerviosos y no podemos dejar de pensar. Esto nos genera un nivel de estrés cada vez mayor. Por norma general no pensaremos que puede haberse entretenido con los amigos y que llegará un poco más tarde, que no pasa nada y que todo está bien porque lo normal es que sea así y no lo contrario. Pero no somos capaces de pensar así. Ante situaciones cotidianas o sin mucha importancia, reaccionamos como si nuestra vida estuviera en peligro. Nos amargamos la vida y sufrimos sin necesidad.
Para evitar situaciones de estrés innecesarias debemos aprender a reconocer las mismas y darles la importancia que realmente tienen. Ser conscientes de cada momento y reaccionar en proporción a lo que esa situación supone para nuestra vida. Si hacemos esto podremos darnos cuenta de que solemos estresarnos demasiado y sin motivo para ello.
Es vital para nosotros el estrés, nuestro instinto nos lleva a sentirlo y necesitamos de el para sobrevivir.
como leí una vez, los leones y las cebras necesitan el estrés para alimentarse, el primero y para sobrevivir, la segunda. Pero que si estos animales permanecieran siempre estresados, estarían todo el día corriendo por la sabana.
Estrésate para vivir y no vivas estresado.
J.M.G.G.
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