Es increible como una foto te hace revivir momentos que se quedaron olvidados en la memoria, que casi no existían. Es casi un milagro sentir como vuelven a la cabeza imágenes, frases o momentos de hace mucho tiempo. Recuerdos que cuando sucedieron no tenían la más mínima importancia pero que, ahora, al cabo de los años, nos llenan de nostalgia.
Ayer pude ver una foto de mi abuelo. No había visto ninguna desde que murió hace años cuando yo era muy joven. Apenas recordaba su cara. Mi pareja me mostró la foto y, al verla, me quede de piedra, sin saber que decir, Estuve un momento sin poder reaccionar. Esa imagen hizo que algo dentro de mi se removiera. Tras la sorpresa inicial, comencé a recordar cómo era él y las cosas que hacía cuando vivía.
Lo recuerdo sentado en una silla, con su cabeza encima de un pequeño transistor negro cubierto con una funda de cuero y escuchando a Javier Sardà y al Señor Casamajor en su programa diario de las cuatro de la tarde.
Me vienen a la cabeza los enfados de mi abuela porque le hablaba y él no respondía ya que era un poco sordo. Ahora pienso que quizás su sordera no era tan grave y que para él pudo ser la excusa perfecta para evitar muchas discusiones. Si es así, me parece una actitud muy inteligente por su parte.
Me acuerdo como cada día, al acabar su programa de radio, salía de casa a jugar sus partiditas de cartas y a tomarse unos vinitos. Costumbre esta que también sacaba de sus casillas a mi abuela y que, como dije antes, ahora pienso que era una forma de evitar conflictos.
Cuando volvía a casa se sentaba en su mecedora y sintonizaba las noticias en la televisión para verlas mientras cenaba. En verano salía un rato al porche de la casa para tomar el aire y aliviar un poco el intenso calor de Córdoba en esas fechas y en invierno, se iba a dormir pronto.
Recuerdo Especialmente un momento siendo yo un niño. Estaba pasando unos días de vacaciones en casa de mis abuelos. Yo jugaba con un balón en la puerta y vi que él llegaba a lo lejos. Bajé la calle para ir con él y le acompañé hasta casa. Mientras subíamos la calle juntos miró al cielo y dijo “Esta noche no va a llover porque se ven muchas estrellas”. Eso me dejó alucinando. Mi inocencia de niño hizo que viera a mi abuelo como un sabio, ¿Cómo era capaz de predecir algo así solo mirarando al cielo?
Ahora me he hecho mayor y al recordarle entiendo muchas actitudes que antes no significaban nada. Analizo la forma de ser de aquel hombre y la comparo con la de mi padre y, sobre todo, con la mía. Me doy cuenta de la inmensa suerte que tengo cuando descubro que mi carácter tranquilo es la herencia de mi abuelo. Pienso en la evolución que ha experimentado mi vida y me doy cuenta de que yo hubiera actuado igual que él porque mi carácter es muy similar al suyo.
Esos recuerdos que han retornado a mi cabeza me han hecho estar orgulloso de ser quien soy y de venir de donde vengo, me dan seguridad para seguir siendo yo mismo y fuerzas para continuar mi camino. Cuanto más pienso en él, más tengo que agradecer que fuese mi abuelo, agradecerle que fuese el padre de mi padre y agradecer a mi padre que sea mi padre. Ellos son la base de lo que soy y de lo que seguiré siendo toda mi vida.
Ayer, al ver esa foto, descubrí, humildemente, que soy una gran persona porque me parezco mucho a ti abuelo, Agradecerte que fueras aquel hombre tranquilo que tenía el poder de adivinar el tiempo mirando al cielo y recordarte siempre como lo que serás siempre para mi: Mi abuelo Manuel.
Gracias abuelo.
J.M.G.G.
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