Nuestra vida cotidiana esta necesitada de amor, solo hay que observar la actitud de las personas con las que nos cruzamos para darnos cuenta de esto. El afecto, la cordialidad y la amabilidad brilla por su ausencia y esto no es debido a que la gente sea desagradable, sino a que estamos tan concentrados en nuestros propios asuntos que nuestro carácter se ha vuelto agrio.
Nuestra sociedad necesita restaurar el amor, al ser humano le hace falta recuperar esa virtud y cada uno de nosotros podemos comenzar esta tarea desde ahora mismo.
Tú eres capaz de cambiar la actitud de muchas personas. Parece una locura pero es así ¿Cómo es posible hacer esto solo? Simplemente siendo amable.
Si en alguna ocasión os han sorprendido con una felicitación por algo que habéis hecho, ya sea en el trabajo, en casa o en cualquier otra situación. Seguramente vuestra autoestima aumentó al escuchar esas palabras. Esto, probablemente, hizo que vuestra actitud sufriera un cambio y os sintierais mejor, por lo que el trato que le dísteis a las personas con las que os relacionaste, seguramente fuese más amable. Alguna de estas personas, a su vez, puede que se sintieran bien gracias al trato amable recibido y su actitud también pudo cambiar. Y así sucesivamente. La cordialidad se fue extendiendo gracias a un gesto amable que recibiste.
Si eres tu el que agradece, el que felicita y el que demuestra amor y cordialidad, puedes ser el causante de una pequeña epidemia de amabilidad.
Esto puede parecer una locura. Pensar que por ser amable con la dependienta del supermercado, por ejemplo, podemos conseguir hacer felices y propagar amor por todo el mundo, es de locos. La verdad es que este sistema de recuperar el amor no es 100% seguro, pero si funciona en un pequeño porcentaje de las personas con las que tratamos cada día, imaginaos a cuantas personas podemos llegar a transmitir alegría de una manera indirecta.
Lo mejor de esto es que no cuesta absolutamente nada ni perdemos un segundo de nuestro valioso tiempo en hacerlo. Si hoy te tomas un café en un bar y le dices al que te lo ha servido que ese café es delicioso y que te encanta como lo ha hecho, no pierdes nada y, sin embargo, ese camarero se puede sentir valorado y, con mucha probabilidad, tratará a sus clientes con una actitud renovada. En caso que no sea así, ¿Qué importa? Con otras personas si podemos conseguirlo.
Si eres padre y sientes que tus hijos no rinden como deberían o que su comportamiento no es correcto, quizás lo que esté ocurriendo es que ellos sientan que a nadie le importa si lo hacen bien o no. Unas palabras amables, una muestra de amor o una valoración positiva de lo que hacen bien, puede ser suficiente para que cambien aquella percepción y, con ella, su actitud.
No es fácil para una persona sola hacer del mundo un lugar lleno de amor y cordialidad, pero no podemos conformarnos ni perder la esperanza. Si aceptas el reto de cambiar la actitud de las personas, es posible que no cambies a todo el mundo, pero sí contagiar esa actitud a multitud de personas. Creo que vale la pena intentarlo.
La felicidad, la alegría, la cordialidad y el amor, sigue existiendo en las personas. Lo único que debemos hacer es sacarlas a la luz.
J.M.G.G.
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