PARA VOLAR, SUELTA.

   ¿Donde se encuentra tu cuerpo en este instante? Puede que sentado en una silla delante del ordenador o en cualquier otro lugar ¿Y tu mente? ¿Donde se encuentra tu pensamiento en este momento? ¿Está en el mismo lugar que tu cuerpo físico? Puede parecer que estas cuestiones son ridículas, puedes pensar que tu mente y tu cuerpo no pueden ir por separado pero seguro que en muchas ocasiones has estado en un lugar realizando cualquier actividad y tus pensamientos han estado vagando por sitios distintos a donde te encuentras. Es algo bastante habitual en todas las personas.

   Algo que, a priori, parece lo más lógico como mantener el cuerpo y la mente en el presente que estamos viviendo, nos resulta complicado hacerlo.  Para resolver todas las cuestiones a las que nos enfrentamos durante el día, nuestra mente necesita estar pendiente de ellas constante e independientemente del lugar y la acción en la que nos encontremos, llenando la cabeza de asuntos pendientes de resolver. Esto nos provoca estrés, preocupación y un gasto de energía enorme que padecemos en forma de cansancio físico y psicológico.
   Para mantener nuestra energía en un nivel óptimo, que nos permita ocuparnos y resolver eficazmente las cuestiones que se nos van presentando, es imprescindible aprender a soltar, desprenderse de aquellos asuntos que no son prioritarios en el momento en el que estamos, esos cuya solución no depende de nosotros o los que ya no tienen remedio. Pero soltar no es fácil porque cuando lo hacemos nos da la impresión de que estamos perdiendo el control de nuestra vida y esto nos genera miedo, un miedo que continúa consumiendo energía y que nos agota.

   El miedo a perder el control de nuestra vida es algo normal. Tenemos la necesidad de permanecer en una zona en la que nos sintamos seguros y desde ahí controlar todos nuestros problemas para tratar de resolverlos. Pero vivimos permanentemente en esa zona y los asuntos se acumulan uno tras otro sin ser capaces de soltarlos.

   Para soltar es importante asumir unas ideas, comprender conceptos y cambiar creencias para llevarlos a la práctica. Debemos salir de esa zona donde creemos sentirnos seguros pero que lo que realmente nos provoca es ansiedad y agobio.

   Creemos que las cosas son buenas o malas y realmente no es así, las cosas son como son y todas son necesarias para evolucionar en la vida. Por esta misma razón, tampoco existe la buena ni la mala suerte, solo existe lo que está ocurriendo, eso es lo único real y es donde debemos poner nuestros sentidos y la atención. Da lo mismo si es bueno o malo, lo verdaderamente cierto es que es la única realidad.
 

   No poseemos nada ni a nadie, solo somos dueños de nuestros pensamientos y de nuestras decisiones. Es la única posesión que tenemos y que nadie nos puede arrebatar si no lo permitimos, en eso consiste la libertad.

   No podemos adelantarnos al presente y, por lo tanto, no debemos adelantarnos a los acontecimientos y ponernos obstáculos que solo están en nuestra imaginación ya que no existe constancia alguna de que se puedan dar. Como dije, la única verdad es la que vivimos en este momento y pensar en cómo será el futuro y las dificultades que encontraremos en él, es hacer castillos en el aire.
   Pensar negativamente no soluciona ningún problema. Lo mejor es centrarnos en la situación en la que nos encontramos y aprender de la oportunidad que nos da la vida cada instante.

   Aferrarnos a algo que no es real nos impide disfrutar y valorar lo único que sí es cierto, que es el momento presente. No demos por hecha una creencia ni esperemos que ocurra algo que no sabemos si se producirá. Estamos perdiendo el tiempo esperando lo algo desconocido.

   Las cosas, las situaciones, las personas, todo cambia constantemente y la vida sigue evolucionando. Nada es igual para siempre y aferrarse a una idea fija nos impide fluir y evolucionar con la vida. Debemos vivir en el momento en el que estamos y evolucionar conforme evoluciona la vida, no queramos ir más rápido que el propio tiempo, no tiene sentido.

   No debemos depender de nada ni de nadie, solamente de nosotros mismos. Esto no quiere decir dejar de amar o de soñar sino impedir que nuestra felicidad dependa de ese amor o de ese sueño. Todo es relativo y nada es imprescindible. La humanidad siempre ha seguido adelante a pesar de carecer de muchas cosas y de perder a mucha gente, no hay de quéº preocuparse.

   Podemos tener la mente llena de situaciones, problemas, asuntos pendientes, etc. Pero solo vivimos en un lugar que es donde estamos y en un instante que es ahora, por lo tanto es absurdo dejar de disfrutar la realidad resolviendo cuestiones imaginarias que no nos aportan más que angustia, ansiedad y un gasto de energía absurdo.

   Sitúa tu cuerpo y tu mente en el mismo lugar, solo así podrás ser tú en toda tu esencia y podrás dar la imagen más auténtica de ti mismo.

   J.M.G.G.