Sentirse quieto, silencioso, también eso está sucediendo… y es algo más grande que otras cosas que son ruidosas. (Osho)
Estamos viviendo a un ritmo tan vertiginoso que sentimos la necesidad de que nos sucedan cosas para sentir que estamos vivos. Hemos ido creciendo con el ejemplo de nuestros los mayores. Estos siempre estaban preocupados por el trabajo, por el dinero, por la avería del coche, por el dolor de espalda, por nuestros estudios, etc. Todo esto nos ha dado a entender que lo normal es que los sucesos marquen nuestra vida. Cuando todo está tranquilo y nada nos perturba, nos sentimos extraños. No podemos permanecer así mucho tiempo ya que eso no es normal, así que buscamos algo que nos permita volver a estar preocupados, tristes o quejosos y así volver a la normalidad.
El silencio, la calma, la falta de sucesos es donde nace todo lo que experimentamos. Todo lo que pasa en la vida tiene su origen en la nada. Si no pasa nada está sucediendo eso mismo: nada, el momento más normal, el más natural y en el que nos deberíamos sentir mejor. Pero no es así, no pensamos la falta de sucesos es el acontecimiento más grande que existe. Todo comienza y acaba ahí. En la calma, en el silencio, en la nada. La nada es todo y todo acaba en nada.
Cuando aceptamos este momentos como lo que realmente es, podemos permanecer tranquilos disfrutando de ese instante tan lleno de paz y el más auténtico que podemos vivir. Buda dijo que “nada” es algo muy positivo y lo llamó nirvana, lo definitivo. Lo definitivo es donde acaba todo, es eso mismo, nada, y allá se encuentra lo más valioso: la paz y el amor.
Las personas no somos capaces de asumir este estado de ausencia de acontecimientos y debemos experimentar sacudidas para sentirnos bien, cuando finalizan esos momentos en que las vidas sufren un temblor, más o menos fuerte, y sentimos que no hay movimiento, echamos en falta algo que nos vuelva a sacudir, vivimos esperando otro seísmo y, si no llega, podemos incluso buscarlo. Esto hace que la paz se derrumbe y nuestras vidas vuelven a tambalearse.
Los temblores que sacuden nuestra vida se producen por sí solos y es natural que así sea. Lo que no es normal es buscar algo que nos pueda producir algún daño en nuestro ser. Si la vida está en calma, disfrutemos de ese momento tan bello, seamos conscientes y aprendamos a reconocer esos instantes de paz.
No busquemos la felicidad en algo que sacude nuestra paz porque es esta útima, precisamente, la que nos hace ser felices.
“Nada” es el momento en el que somos todo.
J.M.G.G.
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