Cuando nos atacan o nos hacen daño, nuestra mente reacciona generando sentimientos negativos hacia la persona que nos ha dañado. En ocasiones sentimos la necesidad de devolver el mal y surge el rencor y la tentación de venganza hacia aquellos a los que hemos otorgado el título de enemigos. No toleramos nada que provenga de ellos y el odio es el nexo de unión con estas personas.
Este comportamiento es natural e instintivo, propio de la parte animal que poseemos los seres humanos, pero lo que nos diferencia de los animales es precisamente la capacidad de usar la razón en beneficio propio. Por esto mismo deberíamos darnos cuenta del perjuicio que nos ocasiona el odio hacia nuestros enemigos, además de dar a estos un gran poder sobre nosotros.
El rencor, la ira y el resentimiento provoca una serie de reacciones que nos perjudican en muchos sentidos: nos alteran el sueño, la tensión se eleva, la salud disminuye, se merma nuestra capacidad para ser felices, etc. Cualquier enemigo estaría encantado de provocar todo esto en nosotros y, aun así, les estamos dando el gusto de sentirnos así de mal por ellos.
No somos conscientes del daño que la ira puede provocarnos en muchos aspectos. Nuestra salud se puede ver perjudicada hasta el punto de matarnos. Un infarto puede venir provocado por una gran acumulación de resentimiento o un instante incontrolable de ira. Incluso estéticamente nos afecta haciendo nuestras facciones más duras, haciendo más complicada la relación con otras personas. El funcionamiento, en general, de nuestro organismo se altera debido a la energía negativa que el odio genera dentro de nosotros.
Estas son razones racionales para dejar de lado estos sentimientos negativos pero hay otras de índole más espiritual y religiosa que, igualmente, nos enseñan los perjuicios provenientes del sentimiento de odio.
Jesús Dijo “Amad a vuestros enemigos”. No considero esta frase como un mandamiento pero si como un gran consejo de Jesús en favor a nuestro bienestar emocional. Realmente es muy difícil, o casi imposible, amar a alguien que nos ha hecho daño. En mi opinión, lo que Jesús quiso dar a entender es la necesidad de amarnos a nosotros mismos y olvidar al enemigo, bien perdonando o simplemente olvidando lo que nos hizo para poder seguir viviendo en paz y sin rencores que nos hagan daño.
También la biblia dice “Vale más una comida de hierbas donde hay amor que buey bien cebado con odio”. Este es otro mensaje que trata de enseñarnos lo perjudicial que es para el hombre este tipo de sentimientos. El odio solo nos aporta malestar, por lo que es preferible optar por el amor aunque pueda parecer, en principio, que no nos llene tanto como la venganza.
Como dije antes, el ser humano posee instintos animales y repito que conseguir amar a alguien que nos ha hecho mucho daño puede ser algo verdaderamente complicado. Hemos de ser inteligentes y pensar en nosotros antes que en quien nos está perjudicando. Ante la imposibilidad de amar, intentemos, al menos, perdonar y olvidarnos de esas personas. Por nuestra propia salud y felicidad. Debemos ser conscientes de que si no lo permitimos, nadie puede humillarnos ni hacer que el odio nos inunde de mala energía.
Si hacemos caso omiso a cualquier insulto, menosprecio o ataque. Estos no podrán alcanzar su objetivo que es, precisamente, dañar nuestra estabilidad emocional. Existen motivos mucho más elevados y beneficiosos para nosotros. Si nos centramos en estos no hay razón para hacer aprecio a ninguna provocación. Son tan importantes para nosotros esos motivos, que no podemos perder el tiempo en prestar atención a algo que nos hace daño. Debemos ser prácticos y evaluar las consecuencias de optar por el odio o, en cambio, las que nos genera el amor. Aunque sea hacia nosotros mismos.
Intentemos, pues, comprender a los que nos quieren herirnos, intentemos compadecernos de su inconsciencia en lugar de generar odio hacia ellos. Evitemos llenarnos de rencor y venganza que solo consiguen que actuemos de manera similar a como lo están haciendo ellos. No paguemos con la misma moneda porque hacerlo, provocará más daño a nosotros mismos que a nuestros enemigos.
Eres demasiado importante como para perder el tiempo con alguien que solo te aporta acumulación de energía negativa, malestar y odio.
Ama, perdona y olvida, pero hazlo por ti, esa es la venganza más beneficiosa.
J.M.G.G.
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