Los seres humanos tenemos la singularidad de ser enormemente bondadosos, actuando con gran generosidad, pero igualmente, podemos llegar a ser vengativos, torturadores y asesinos en potencia. La historia está repleta de episodios que demuestran la falta de escrúpulos y el daño que podemos llegar a ejercer a nuestros semejantes. Esto sucede cuando una persona se desentiende de su sentido más humano y comprensivo hacia los demás.
El hombre desarrolla durante su vida la capacidad de sentir empatía hacia otras personas. Somos capaces de ponernos en la situación de otro y sufrir el dolor ajeno como si lo sintiéramos nosotros mismos. Esta es una característica propia de nuestra especie humana y una de las que nos diferencia del resto de los animales.
A veces cuesta pensar que todo el mundo disponga de esta característica. Las noticias y los sucesos que vemos cada día nos hace dudar que realmente sea así. Mi opinión es que las circunstancias de vida de cada individuo marcan su capacidad de empatía y compasión. Un niño que ha crecido en ambientes de violencia y agresividad, obviamente desarrollará una capacidad empática mucho menor. Aprenderá a vivir con más indiferencia pero, aún así, creo que siempre quedará un resquicio de preocupación hacia los demás, por pequeño que este sea. Me niego a pensar que exista alguien que no guarde algún residuo de empatía en su interior.
Preocuparse, amar, sentir compasión y demostrar cariño, es una cualidad importantísima para nuestro equilibrio emocional. El ejemplo más claro lo tenemos cuando al enfermarnos nos dan cariño y nos cuidan. Nos sentimos protegidos y ese amor nos ayuda a sanar. Estas muestras de cariño consiguen que nuestra empatía se refuerce y podamos dar a los demás ese amor que hemos recibido. Aprendemos a dar a medida que recibimos comprensión, atención y cuidados.
Muy probablemente, las personas que hacen daño, los violentos o los que viven llenos de odio, son personas que no han recibido amor por parte de nadie. Son personas que han crecido muy solas y no han aprendido desarrollar esa empatía que, seguro, guarda dentro pero que no la sabe poner en práctica porque no la han recibido.
Otra muestra de lo que genera la cordialidad y la amabilidad en nosotros es la reacción de cualquier persona ante una sonrisa sincera. Ese simple gesto facial es capaz de transformar la tristeza en paz, la preocupación en serenidad o el rencor en perdón. Todos nos sentimos bien cuando alguien se dirige a nosotros con una sonrisa, esta es la prueba que demuestra la inclinación innata que el ser humano siente hacia el trato amable, empático y amable a través de su demostración más básica y natural: la sonrisa. Y es que estoy convencido de que la condición humana nace del amor y cuando sonreímos estamos dando un poco de amor a los demás.
La destrucción nos genera tristeza y nos sentimos alegres ante la creación y la vida. Cuando llega la primavera y los días se alargan nos sentimos más animados y felices que cuando acaba el verano y el otoño todo lo vuelve gris y frío. La vida que llega en los meses cálidos nos produce ganas de vivir y la muerte y oscuridad de los más fríos nos provoca desánimo y tristeza. Es por eso que las personas que viven en lugares tropicales son más alegres y extrovertidas que las de los sitios más fríos y con estaciones más pronunciadas.
Es tan propio del ser humano la crueldad y la violencia como la sonrisa, la empatía y la amabilidad, por esta razón la historia está repleta de actos infames, crueles y dolorosos. Es parte de la condición humana y solo se puede prevenir con la consciencia y la aceptación de nuestra responsabilidad individual. Conscientes de que somos capaces de lo más bello y de lo más cruel, tenemos la opción de elegir entre las dos características propias de nosotros y seleccionar la que más beneficio nos aporta, que sin duda será el amor. Pero debemos saber que todos disponemos de esa capacidad para empatizar con los demás y solo hay una manera de que todos aprendamos a dar lo mejor de nosotros que es recibiendo amor. Esto nos convierte a todos en responsables para propagar estas cualidades entre los que nos rodean.
Los humanos somos seres hermosamente complicados y es esta complejidad la que nos convierte en únicos. Capaces de ser crueles e igualmente comportarnos como individuos llenos de amor. Disponemos del gran poder que es la razón y esta nos debe guiar hacia la compasión, la amabilidad y el amor. Comienza con lo básico pero a la vez lo más importante: Una sonrisa.
J.M.G.G.
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