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lunes, 16 de noviembre de 2015
(VIVIR)
Como nos cuesta aceptar el paso del tiempo. Seguro que, igual que yo, recordáis cuando éramos niños y cumplir un año más lo celebrábamos como locos. Uno se sentía importante de ser un poco más mayor, incluso esperábamos con ansia el momento de dejar de ser niños para convertirnos en personas adultas.
Con el paso de los años va llegando ese día en el que ya no somos unos chiquillos pero, paradójicamente, comenzamos a añorar esos años de infancia en los que nuestra máxima preocupación era acabar pronto de estudiar para poder jugar o ver la televisión.
Pasan los años y con ellos va pasando la vida, esto es así lo queramos o no. Hay personas a las que les cuesta aceptar esta evidencia y se lamentan por el paso del tiempo. Para ellos cumplir un año más es como si se les fuera un año de su vida y se deprimen.
En general nos falta capacidad de aceptación para asumir que el paso del tiempo es algo natural. Nos centramos en lo que nos queda de vida, echamos de menos lo que hemos vivido y no somos conscientes de que el momento más importante de nuestra vida lo estamos pasando por alto, ese momento es justo ahora. Es una pena que no nos demos cuenta y no lo vivamos intensamente porque este momento es irrepetible.
Cuando llega nuestro cumpleaños y organizamos una fiesta o un evento con los seres queridos ¿Que estamos celebrando en realidad? Es obvio que se celebra justamente eso, que cumplimos un año más de vida. Yo pienso que ese es uno de los errores que cometemos. ¿Qué sentido tiene celebrar que tenemos un año más si nos deprimimos porque nos queda un año menos de vida? Mi opinión es que deberíamos celebrar ese día con una gran fiesta y estar super felices, pero el motivo de la celebración, para mi, no es el correcto. Sería más conveniente festejar que hemos vivido intensamente un año más, que he pasado un año con todos sus momentos irrepetibles y que no nos hemos perdido nada en cada uno de los días que han pasado. Ese si es un verdadero motivo de júbilo en el que no cabe la tristeza por la sencilla razón de que no se puede estar triste por ser conscientes de que estamos vivos. Propongo que en tu próximo cumpleaños el motivo de celebración sea que llevas X años disfrutando de la vida. Que maravilla ¿No?
¿De qué nos sirve lamentarnos por el paso del tiempo? Es bueno ser conscientes de que la muerte llegará, lo importante es que sea para darnos cuenta de la importancia de vivir cada momento de nuestra vida, bueno o malo es parte de ella y debemos amarlo como nuestro momento que es. Tener esa capacidad de conciencia es genial y fantástico. En lugar de lamentarnos por lo que sabemos que llegará tarde o temprano, disfrutemos o suframos cada instante de la vida. Demos el valor único que tiene cada momento de nuestra existencia.
Hay personas que han llevado una vida centrada en su familia, su trabajo, en el deporte, personas que han sido fuertes y sanas pero que, al hacerse menos jóvenes, ven cómo sus hijos tienen sus propias vidas, llega el día de la jubilación, su estado físico ya no es el que era y no hacen las marcas de antes o su salud va mermando con la edad. Esto, en ocasiones, es difícil de aceptar y provoca ansiedad y depresiones, sienten que ya no son necesarios a pesar de seguir con la misma vitalidad, quieren seguir siendo como antes pero sus cuerpos ya no responden igual. En estos casos es fundamental saber aceptar la situación. Asumir que es algo natural, admitir las limitaciones que nos da la edad. En ningún caso hablo de resignación. Aceptar nuestras limitaciones no es resignarse a dejar de vivir intensamente, todo lo contrario, es saber vivir porque nos conocemos y de esta manera los límites nos los ponemos nosotros en cada momento.
Vivir el presente con el orgullo de saber lo que se ha vivido y con la satisfacción de lo que queda por vivir. Para mi una de las cosas que dan sentido a la vida es ver a una persona menos joven llena de alegría y de ganas de vivir.
Hace poco leí algo trascendental y profundo pero a la vez muy interesante: debemos pensar en la eternidad de la mente y ser conscientes de los límites de nuestro cuerpo. Sabemos que hemos nacido y que moriremos algún día, eso está claro. Pero no tenemos ni idea de qué éramos antes de nacer ni qué será lo que hay después de la muerte, por lo tanto se puede decir que nuestra mente no tiene límites conocidos. Podemos hacer un esfuerzo de positivismo y pensar en nuestra eternidad mental.
"El cuerpo solo es un paréntesis dentro de nuestra propia eternidad".
Ánimo y disfrutemos de este maravilloso paréntesis.
J.M.G.G.
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