Todo el mundo busca la verdad y la justicia, la buscamos incansablemente en todo momento y en todo lugar sin pararnos a pensar que no hay nada que buscar, que ya la tenemos dentro cada uno. Lo que estamos viendo en este momento es la única verdad pero lo que nos han enseñado durante la vida nos tapa los ojos y no somos conscientes de que es así y ni se nos pasa por la cabeza la idea de que no somos libres.
El temor más grande del Ser Humano no es la muerte, es vivir. Estar vivos y ser como somos en realidad y no como quieren que seamos. El miedo a no ser aceptados nos ha enseñado a vivir como esperan los demás y no como nos gustaría. Nos han formado una imagen de cómo hemos de ser para lograr la perfección y conseguir ser aceptados. Más aún por las personas más cercanas a nosotros, aquellos a los que amamos. No podemos ser rechazados por ellos y por esa razón no queremos salirnos del concepto de perfección que nos han inculcado.
Tratamos de ser perfectos para evitar el rechazo pero no logramos alcanzar esa perfección, siempre nos parece que no es suficiente y eso nos lleva al auto-rechazo. Pensamos que no llegamos al nivel de perfección que tenemos idealizada y eso nos altera tanto que no nos lo podemos perdonar y nos sentimos frustrados. Tratamos de ser como creemos que los demás piensan pero no damos la talla y creemos que estamos siendo falsos, que estamos fingiendo ser algo que no somos. Esto es debido a que nosotros también juzgamos a los demás según nuestra propia idea de la perfección y tampoco ellos logran alcanzarla.
Nuestra necesidad de aceptación es tal que podemos llegar a hacernos daño para lograrla. Cuando un adolescente se enciende un cigarrillo porque piensa que si no lo hace no será aceptado por el resto de jóvenes, cuando bebemos para no desentonar del grupo o, que ni decir tiene si hablamos de las drogas. Es un maltrato que nos propinamos nosotros mismos para lograr ser perfectos a los ojos del resto.
Nadie nos juzga más estrictamente que nosotros mismos ni nos castiga más duro. Cuando tratamos con alguien que nos trata peor de lo que nosotros mismos nos tratamos, tendemos a alejarnos de esa persona pero, de la misma manera, si otro nos trata algo mejor solemos aferrarnos a él o ella y se lo toleraremos todo. Por esta razón es importantísimo ser conscientes de que si nos aceptamos a nosotros mismos tal y como somos, si nos queremos y nos tratamos bien a nosotros mismos nunca dependeremos de la aceptación de nadie más y no toleraremos que nos hagan daño porque nosotros mismos no nos lo permitimos.
Hemos de estar convencidos de que lo más cercano a la perfección es ser como somos y la aceptación debe ser propia para conseguir, después, la de los demás. Estar convencidos de que no somos perfectos ya que la perfección es una idea imaginaria que nadie nunca alcanzará jamás y, por lo tanto, no la encontraremos en nosotros ni en nadie.
No nos castiguemos con ideas de perfección falsas, no seamos duros con nosotros ni queramos alcanzar la aceptación de nadie, somos lo que vemos en este momento, esa es la única verdad y es fantástica.
Acepta y ama empezando por ti.
J.M.G.G.
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