La obediencia es la disciplina de la voluntad. (Orison Swett Marden).
Es muy importante
tener iniciativa propia para conseguir todo aquello que nos proponemos pero
para eso es fundamental la voluntad de sacrificio y luchar para obtener el
premio. Educar a los niños en la obediencia, bien entendida, es augurio de una
madurez en la que no falte tenacidad y el poder de decisión necesario.
Aprender a obedecer es necesario para saber mandar y, sobre todo si se trata de
mandar sobre uno mismo.
Cuando educamos a
nuestros pequeños, tratamos de inculcarles unos principios morales y para eso
necesitamos implantar disciplina en esa educación. Hemos de ser conscientes de
algo muy importante a la hora de imponer una disciplina y es que nosotros
mismos debemos ser coherentes y actuar obedientemente a los mismos principios
morales que estamos enseñando. Si queremos que un niño aprenda a hacer el bien,
hemos de actuar dentro de los límites del bien. Debemos de predicar con el
ejemplo.
Cuando un niño
observa nuestro sacrificio ante las dificultades, la auto disciplina para
conseguir un propósito o nuestra tenacidad para alcanzar una meta, les estamos
inculcando una enseñanza. Si somos fieles a un comportamiento basado en la
esperanza y el optimismo, si somos capaces de demostrar que se puede empezar de nuevo si no lo logramos, estaremos haciendo que crezcan viendo como algo normal esos comportamientos. De esta manera nuestros jóvenes podrán madurar con el
convencimiento de que si quieren algo pueden conseguirlo. Serán capaces de
llevar a la acción sus pensamientos.
Es muy importante
todo aquello que los niños puedan leer, ver, sentir o vivir relacionado con
los valores que queremos inculcarles. Para eso es imprescindible nuestra
influencia y nuestras actuaciones acordes a lo que queremos para ellos.
Al crecer podremos tener la voluntad de ser o conseguir algo pero, esa
voluntad por si sola, no es suficiente. Se necesita saber como se ha de
aplicar la misma para actuar consecuentemente. Por lo tanto hemos de
enseñar que la voluntad debe ir acompañada de una conducta adecuada a
lo que se pretende conseguir.
Enseñar a los más
jóvenes que pueden lograr lo que se propongan es importante, pero no
siempre querer es poder. Para conseguir algo no basta solo con quererlo y este
es otro aspecto que debemos dejarles claro. Hay metas que no se pueden
conseguir sin voluntad para lograrlas, necesitarán conocimientos para saber a
que se enfrentan y actuar de una manera determinada en función del objetivo. El
conocimiento de que, en muchos casos, se necesita paciencia y tiempo, es igual o
más importante que saber que deben hacer para conseguir sus sueños.
Obediencia,
disciplina y sacrificio aprendidos a través del comportamiento consecuente de
los propios educadores es el camino para enseñar a los más pequeños a luchar
para conseguir lo que anhelan.
No basta con querer
y la voluntad no es suficiente si no viene acompañada de disciplina,
obediencia, espíritu de sacrificio, conocimiento y paciencia. Para llegar a la
meta hay que recorrer el camino necesario y el premio final es la consecución
de un sueño. No ayudamos en nada a nuestros jóvenes si no les enseñamos esto y
el ejemplo es la mejor manera de que aprendan.
Querer solo es el
principio. Que puedan depende todos.
J.M.G.G.
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