Si un niño ve un rosal con unas flores preciosas y quiere arrancar una, irá decidido a por ella y la agarrara fuerte para tirar y conseguirla, su inocencia y su ignorancia no le hará pensar que se puede pinchar con las espinas del tallo. Ese pinchazo le servirá de experiencia y la próxima vez sabrá que debe vigilar las espinas de las rosas, además entenderá que antes de arrancar una flor ha de tener cuidado. Un doloroso pinchazo, una mala experiencia, una desilusión, un mal momento puede ser algo muy positivo si aprendemos de él.
El niño que se pinchó al querer arrancar una rosa, no va a dejar de desear arrancarla, no dejarán de gustarle las flores porque se pinchó y probablemente insistirá en arrancarla, eso sí, con más cuidado tratando de no volver a hacerse daño.
Todos tenemos la capacidad de aprender y lo hacemos constantemente durante la vida, lo único es que cuando crecemos intentamos no pincharnos con las rosas y lo hacemos de la forma más drástica: dejamos de arrancarlas y así no nos parará nada. Cuando hacemos esto estamos temiendo un pinchazo y el miedo nos hace renunciar a conseguir esa bella flor que tanta ilusión nos hace.
Tenemos que ser conscientes de todas las vivencias para ser capaces de aprender de ellas. Tanto las buenas como las malas experiencias nos dan la oportunidad de aprender y hemos de aprovechar esas oportunidades, pero esto solo es posible si estamos presentes y las vivimos con toda nuestra consciencia.
Si estamos en un atasco y llegamos tarde a una cita importante, seguramente estaremos en un instante de ansiedad. El semáforo parece que nunca se pondrá en verde, nos estresamos cada vez más y el reloj parece que vuela. Este angustioso momento es ideal para aprender a tener paciencia. Si somos conscientes de que es tarde, que estamos en un atasco y que no podemos hacer nada por evitarlo, no vale la pena estresarse pero si podemos sacar algo positivo a esta situación y podemos aprender a cultivar nuestra paciencia.
Si alguien te hace enfadar por alguna razón podemos llenarnos de ira, insultar, dar puñetazos a la pared o, por el contrario podemos vivir intensamente ese enfado, con todos los sentidos y aprender a perdonar dejando de sentirnos mal con nosotros mismos.
Podemos aprender del odio y hacer de él una fuente de amor sin condiciones. Del miedo podemos encontrar un manantial de coraje y valor. En la soledad está escondida la fortaleza en ti mismo. Alguien que te hace daño y que te trata mal te está enseñando a ser libre, a dejar ir lo que te controla.
Las personas tenemos miedo a las consecuencias y eso nos lleva a renunciar a momentos u objetivos que deseamos. Tememos pasar por malas experiencias y ese temor consigue que vivamos angustiados. La cabeza solo piensa en si algo malo puede pasar. Deberíamos comenzar a cambiar este pensamiento por un "¿que me puedo perder si no lo hago?"
La vida es una escuela que no cierra por vacaciones y de la que estamos aprendiendo hasta el fin de la misma. Al igual que en el colegio, para aprender hay que estar atento a lo que nos enseñan y de esa forma graduarnos de la manera más brillante posible.
J.M.G.G.
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