Nuestra mente es dinámica, nunca sentimos ni actuamos de la misma manera. Durante el día reímos, lloramos o nos enfadamos y dependiendo de la emoción que estamos sintiendo, nuestro comportamiento es distinto.
Podemos definir a una persona como triste, pero hasta la persona más triste sonríe y la más alegre llora en alguna ocasión. Las emociones no permanecen estáticas y en función de lo que estamos sintiendo reaccionamos ante cualquier situación.
Solemos decir que los sentimientos salen del corazón, pero el corazón es un órgano vital que bombea la sangre. Lo que sentimos, imaginamos y las emociones están en nuestra mente, por lo tanto cuando nos referimos al corazón, estamos haciéndolo a lo más profundo de nuestro ser, al centro de lo que somos.
Es en el centro de nuestra mente donde surge la ira, la alegría y el resto de las emociones. Todas ellas están en la cabeza, nacen allí pero, a pesar de ello, no somos lo que sentimos, nuestra conciencia no es parte de la mente, está fuera de ella. Somos mucho más que lo que sentimos pero nos identificamos con nuestros sentimientos y ese es el error que cometemos. Debemos encontrarnos mirando desde fuera hacia nuestro interior.
Tenemos la capacidad de disfrutar de todo en la vida y para eso necesitamos tener más percepción de lo que sucede en ella, conocer nuestras emociones en cada momento para vivirlo conscientemente y adquirir todos los conocimientos que nos proporciona, aprender de ese instante.
En la conciencia encontramos nuestro verdadero yo, es algo que siempre está ahí, siempre tenemos conciencia, lo que ocurre es que la inconsciencia es más grande y logra imponerse. Sólo podremos saber quien somos si logramos superar a nuestra inconsciencia y esto solo se consigue estando presentes y despiertos a lo que sentimos.
No somos sentimientos ni emociones porque son pasajeros. Ahora estamos contentos pero dentro de un rato podemos llorar porque una emoción nueva ha nacido en nuestra mente por algún motivo. Si hace un día de sol radiante estamos animados pero si hace frío y llueve no nos apetece ni salir de casa. Es por esto que identificarnos con lo que sentimos no es lo correcto para llegar a conocer quienes somos en realidad, solo lo sabremos viviendo cada emoción en cada instante de una manera consciente, siendo auténticos.
Ser auténticos es vivir lo bueno y lo malo conscientemente porque, lo que está pasando bueno o malo, es lo único, lo real, lo auténtico. Sólo lo auténtico puede reconocer lo auténtico.
Existe una realidad y es la que vivimos, sólo esa, pero para sentirla hemos de ser conscientes, debemos encontrar nuestro auténtico yo.
J.M.G.G.
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