Estamos absorbidos por el día a día, vivimos inmersos en la sociedad de la que formamos parte y seguimos sus preceptos. Esto influye en nuestro comportamiento y en cómo afrontamos los problemas, problemas que, en su mayoría, son consecuencia de la misma comunidad con la que estamos conviviendo. Necesitamos aprender a ser individuales, es preciso ser capaces de hacernos cargo de nosotros mismos y que dejemos a un lado creencias que se han hecho parte de nuestra vida. Nuestra vida la hacemos junto al resto del mundo que nos rodea pero nadie la vive por nosotros, por lo tanto nadie puede decidir cómo hemos de vivir.
Una de las creencias
más comunes es la de que la inteligencia se mide en función de lo cultos que
seamos. Cuantos más diplomas acaparamos, más inteligentes se supone que somos.
Este es un gran error ya que ser un erudito en una determinada disciplina
académica no basta para ser plenamente feliz. En cambio vivir cada instante con
el propósito de ser felices, disfrutar cada momento de cada día de nuestra
vida es una actitud muy inteligente y no se necesita un título para
conseguirla. Esto demuestra que la cultura es un complemento perfecto para ser
feliz pero no hay ninguna Universidad en el mundo donde se obtenga el título de inteligente.
Las personas que
controlan su vida son inteligentes porque deciden lo como quieren vivir y por
lo tanto son capaces de hacerse cargo de ellos mismos. Son dueños para elegir apartar la
tristeza, el desánimo o la infelicidad. Las personas inteligentes son capaces
de reconocer que los problemas son parte de la vida y los afrontan de manera que no afecten a su felicidad. Por desgracia
estas personas son las menos frecuentes debido a la propia condición humana que vive abstraída en los problemas cotidianos propios y ajenos.
Controlar nuestras
emociones es algo difícil de conseguir pero tenemos que confiar en nuestra
capacidad para lograrlo. Tenemos que tener el convencimiento de que somos
capaces de sentir las emociones que elijamos en cada momento de nuestra vida y que podemos hacernos cargo de nosotros mismos en cada situación.
Conseguir ser
dueños de lo que sentimos pasa por tener la capacidad de aceptar lo que nos
pasa. Si manejamos nuestras emociones no será necesario escoger la derrota ante
un problema, a no ser que lo decidamos así y aceptemos las consecuencias que conlleva. Si aprendemos a elegir lo que queremos sentir estaremos escogiendo
seguir el sendero de la inteligencia y, en definitiva, a la libertad de decidir
ser felices.
J.M.G.G.
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