Cuando vemos algo que nos hace sentirnos bien o, simplemente tenemos la sensación de que nos puede satisfacer, nuestra mente tiende a anhelar algo que nos de placer y así se produce la sensación de deseo. Nos han enseñado que el deseo no es bueno e intentamos luchar contra él, debemos sacarnos ese concepto de la cabeza, pero no se va, siempre está ahí. Siempre tenemos algún tipo de deseo.
No hemos de eliminar el
deseo de nuestra mente, no hay que acabar con él sino entenderlo y ser
conscientes de que se trata de algo que, por el placer que produce, es bonito. Hacemos mal si juzgamos los deseos como buenos o malos en lugar de
identificarlos y aceptar que deseamos algo que nos produce felicidad. Pero no
juzgar es difícil debido a los principios que nos han inculcado y tendemos a someter a juicio algo que no en realidad no nos hará daño.
Existen multitud de cosas que
nos pueden producir placer como puede ser: un atardecer a la orilla del mar,
una bella danza, un paisaje hermoso, etc, son situaciones que nos llenan de bienestar y no son nada perjudiciales sino todo lo contrario. Nos gustan tanto que nos encantaría que se
repitieran. Todo lo que nos ha producido una gran satisfacción, sea del tipo que
sea, soñamos que se repita y eso es el deseo. Al comprender esto no
necesitaremos deshacernos de la idea de deseo.
Desear algo es una reacción
humana de lo más normal y no nos provoca ningún problema a no ser que este
deseo se convierta en algo obsesivo y que intentemos conseguirlo a toda costa.
Cuando ocurre esto, el deseo se convierte en algo doloroso, dependemos de él para sentirnos bien. Es tanta la
felicidad que nos provoca aquello que deseamos que intentamos prolongar ese
placer lo máximo posible. Necesitamos sentirnos bien y para eso tenemos que
conseguir nuestro deseo, solo pensamos en eso. Dejamos de ser conscientes de
que un deseo es sólo eso, algo placentero que no debe copar todo nuestro
pensamiento.
Una fuente de placer que nos
produce deseo es sin duda el sexo. En ese instante nuestra felicidad es tan
completa que nuestra mente solo está presente. El pasado y el
futuro dejan de existir. Hay muchos momentos tremendamente hermosos que nos
producen placer, pero se puede decir que no hay otra cosa que nos provoque algo
parecido a lo que nos produce el sexo. Cualquier otra experiencia la vivimos
plenamente y nos sentimos bien con nosotros, se puede decir que nos fortalece
como personas, pero creo que el sexo es lo único que consigue que dejemos
nuestro yo fuera de nosotros y dejemos de lado cualquier tipo de pensamiento, por lo tanto no tenemos
problemas ni conflictos durante esos instantes.
Cuando estamos hambrientos,
comer se convierte en un placer, pero si pensamos constantemente en comer para
sentir placer, esto se convierte en un problema. Con el sexo ocurre lo mismo. Casi todo en
nuestra vida cotidiana nos hace tener el sexo en el pensamiento, la publicidad,
las películas, la televisión, todo esto nos conduce a pensar en sexo, es algo
que se ha convertido normal en nuestra vida y creo que es debido a que es la
manera en la que la sociedad a conseguido que nos olvidemos de lo que somos, de lo que nos preocupa,
dejamos de ser nosotros durante unos instantes de placer y es entonces cuando nos
sentimos realmente felices.
Deseamos ser felices,
necesitamos sentirnos bien y experimentar placer en una vida en la que las
obligaciones, los conflictos o las preocupaciones, no nos dan tregua para
conseguir lo que deseamos. Hemos convertido la vida en un problema y el sexo, en la
vía de escape para amortiguar nuestro malestar cotidiano. Olvidar nuestros
problemas pensando en el sexo convierte al sexo en un problema cuando debería ser
todo lo contrario. La vida está llena de placeres que podemos vivir intensamente y el sexo
es uno de ellos. Los problemas son parte de la vida al igual que los placeres.
El mejor deseo que podemos
tener es vivir la vida plena y conscientemente. La propia vida es un placer.
J.M.G.G.
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