Si os pregunto quien es la persona a la que más amáis, es probable que casi todos penséis en vuestra pareja, padres, hijos o amigos, pero pocos responderán que a quien más aman es a ellos mismos. Hemos crecido convencidos de que amarnos a nosotros mismos no es correcto. Debemos pensar en los demás porque la sociedad nos lo ha remarcado así, la propia Iglesia nos enseña que debemos amar al prójimo. Son enseñanzas positivas y está bien que sigamos esas premisas pero, nadie nos indica lo importante que es el amor propio para nosotros.
Nos han hecho creer
que amarnos a nosotros mismos es una actitud egoísta, que lo
correcto es pensar en los demás antes que en nosotros para
convertirnos en buenas personas. Nuestros padres insistían en que
debíamos compartir nuestros juguetes o que si habla una persona
mayor, nuestra obligación era callar. Esto nos ha hecho crecer con
desconfianza en nosotros.
Los niños aprenden
modales, pero estos los imponen la sociedad que inculca que los
adultos son lo más importante y deja en segundo plano a los más
pequeños. Son normas establecidas en el tiempo y a las que llamamos
buena educación. Repito que el respeto y la empatía con los demás
son buenas enseñanzas pero nunca más importantes que el respeto y
el amor hacia nosotros mismos. Los dos aspectos están relacionados pero al segundo se le da menos importancia cuando se trata de algo imprescindible.
Cuando somos capaces
de amarnos y valorarnos nosotros mismos ya no tenemos la necesidad de
que los demás nos valoren. Si somos conscientes de lo importantes
que somos y nos amamos, seremos capaces de amar a otras personas.
Cuando alguien no nos valora no nos puede dar amor, por lo tanto si
no nos valoramos no nos podemos dar amor y por consiguiente no
tendremos capacidad de amar a nadie.
Incluso cuando
realizamos actos que no nos han gustado por alguna razón, debemos
tener la capacidad de pensar en positivo y aprender de los errores
que hemos cometido, no pueden mermar nuestra autoestima ni hemos de
dejar que cambien nuestra auto valoración.
No creo necesario
cambiar los valores que nos enseñaron de pequeños pero si considero
importantísimo tomar el hábito de querernos y amarnos a nosotros
mismos por encima de los demás. Solo si conseguimos ser la persona
que más amamos tendremos la certeza de que estamos dando amor a
otras personas.
Confiar en ti,
quererte y valorarte es fundamental para dar y recibir amor.
J.M.G.G.
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