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miércoles, 28 de octubre de 2015
CONVENCETE PARA SALTAR.
Hoy he recordado algo que me pasó estudiando en el instituto cuando tenía unos 14 años. En la clase de educación física debíamos saltar el potro, aquel aparato con patas de hierro y acolchado por encima. Me acuerdo de que me parecía gigante. Pasaban las clases preparando los saltos que tendríamos que hacer para aprobar el trimestre y el miedo no me dejaba ni comenzar a correr, poco a poco y con mucha paciencia por parte del profesor, me fue convenciendo y un día lo intenté y pude conseguir... darme un buen golpe contra ese maldito potro y descubrir la razón por la que acolchan la parte superior. Lo seguí intentando pero lo hacía sabiendo que era imposible, que nunca sería capaz de lograrlo. Veía como todos mis compañeros lo saltaban sin problemas, incluso se lo pasaban bien haciéndolo y eso me frustraba aún más, sentía envidia. El temor a hacerme daño y al ridículo me llevaban a pensar que tampoco era tan importante el poder saltar o no, pero en el fondo quería sentir lo mismo que mis compañeros.
Llegó el día de la evaluación y debía saltar para aprobar. A los nervios habituales se le unieron los de la presión por el suspenso. Me quedé el último, como siempre. Al llegar mi turno se acercó el profesor y me dijo algo que todavía hoy tengo presente: "espera y convencete de que vas a hacerlo bien. Cuando empieces a correr solo debes pensar que vas a ser capaz de saltar, no pienses nada más y verás como lo consigues". Después lo dijo en alto para todos "lo principal para que salga bien es estar convencido de que vais a poder". Pues ahí fui yo y aún hoy no se cómo lo hice pero salté y, aunque me caí después y el salto fue un desastre, logré hacer lo que pensé que no iba a poder en la vida. Después de esa ocasión perdí el temor y seguí probando, cada vez me salía un poquito mejor.
Esta anécdota puede parecer una tontería y de hecho lo es si lo comparamos con metas y sueños más importantes pero, a la vez, es tremendamente ilustrativa de lo que podemos conseguir simplemente si nos paramos a pensar que podemos hacer lo que nos propongamos, solo debemos esperar y convencernos de que podemos hacerlo.
¿Cuántas veces hemos deseado hacer algo y no nos hemos atrevido ni tan siquiera a intentar conseguirlo pensando que no seremos capaces? Sabemos lo que queremos y estamos convencidos de que si lo conseguimos nos sentiremos fenomenal pero, a la vez, creemos que es imposible conseguir ese objetivo, que somos incapaces de hacerlo.
Nos sentimos limitados, lo vemos demasiado complicado para nosotros, nos da miedo lo que puedan pensar los demás, no estamos convencidos de que vale la pena intentarlo a pesar de saber que lo que nos espera es lo que soñamos. En definitiva: no creemos en nosotros.
La desconfianza nos provoca inseguridad y en ocasiones nos induce a buscar excusas que justifiquen nuestra falta de motivación. Quitamos importancia a nuestra meta con la finalidad de auto-consolarnos. Es una manera inconsciente de engañarnos debido a la falta de fe en nosotros.
Claro está que de la misma manera que conseguí hacer bien el salto, podría haber vuelto a terminar con mi cabeza en el aparato. De haber sucedido eso solo me hubieran quedado dos opciones: abandonar y suspender o volver a intentarlo una y otra vez haciendo todo lo posible por conseguirlo. Lo que está claro es que si no estamos convencidos de que somos capaces el objetivo será casi imposible de conseguir.
Para acabar quiero decir que pienso que en colegio adquirimos muchísimos conocimientos imprescindibles para nuestro futuro pero, es increíble como a veces una simple frase se queda en nuestra mente y nos puede ayudar a conseguir nuestras metas a lo largo de la vida.
Creer en nosotros es la clave.
J.M.G.G.
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