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viernes, 9 de octubre de 2015
LIBERTAD CONDENADA
Nadie es dueño de nadie, somos personas libres, tenemos poder de decisión y eso no debería ser motivo de represalias. Se nos llena la boca de libertad, de justicia, de derechos, pero cuando una decisión nos afecta directamente y no nos gusta esa boca se cierra y se produce una amnesia total. Yo le llamo Hipocresía.
Cuando una persona no acepta las decisiones de otra, se puede llegar a hacer mucho daño y a veces ese daño es a terceros que deberían estar al margen. A veces, cuando nos afecta negativamente una decisión ajena, es difícil encajarla con serenidad, nos duele y puede que lleguemos a actuar de una manera injusta pero eso no justifica que se deban respetar las decisiones.
La intolerancia es un mal que hace mucho daño. El mundo está lleno de intolerancia que produce conflictos continuamente y los más afectados siempre son las personas que no tienen nada que ver ya que ellas no han tomado ninguna decisión y sin embargo padecen las consecuencias de estas.
El claro ejemplo de lo que digo está en las separaciones matrimoniales, dejando claro que, por suerte o por coherencia, no todas las separaciones son traumáticas: en un matrimonio con hijos uno de los dos cónyuges decide, por las razones que sea, que ya no quiere seguir con el matrimonio y decide divorciarse. La otra persona no acepta esta decisión y reacciona poniendo todas las trabas posibles al proceso. Discusiones y conflictos hacen que los niños del matrimonio, que ya de por sí lo pasan mal, vivan tensionados al ver que sus padres lo pasan mal y y no se ponen de acuerdo. En casos donde la intolerancia es más intensa se pueden utilizar a los propios hijos para hacer daño. Se incumplen las visitas, se deja de pagar lo que corresponde, etc. Y los que salen perdiendo siempre son los que en realidad ni han decidido separarse ni han decidido que no se separen.
Ante una situación como la anterior, pienso que lo más coherente es aceptar. Aceptar que una persona no es dueña de otra, que casarse es una acción que hacen dos personas pero porque antes, individualmente, cada una ha tomado la decisión de casarse. Así de la misma manera cuando un miembro del matrimonio decide romperlo también es su decisión libre e individual.
Si se acepta y se hace todo con lógica y serenidad el sufrimiento de todos es mas llevadero, claro que se pasará mal, pero no se prolongará ese sufrimiento. Debemos saber que no podemos influir en las decisiones de nadie y mucho menos utilizar a inocentes para amedrentar o castigar una decisión que no nos ha gustado.
Todo se basa en la libertad que todos los seres humanos deberían disfrutar, pero por desgracia hay personas que creen en la libertad siempre y cuando les interese, dictadores a pequeña escala. Eso para mi no es libertad, yo lo llamo intolerancia y como en toda dictadura quienes la sufren son los inocentes.
A pesar de todo deberíamos tener la certeza de que somos libres, que cada uno de nosotros tenemos libertad de vivir nuestra vida de la forma que decidamos asumiendo las consecuencias que conlleva pero sin dejar de luchar por nuestro derecho, como personas libres, de no ser castigados por decidir.
DECIDIR ES UN ACTO DE LIBERTAD.
J.M.G.G.
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