Calumniar, inventar una
historia para desacreditar a alguien y mentir es algo que hace daño
a las personas que reciben estos tipos de ataques. Hacerlo es algo
ruin y lo considero una actitud cobarde. Pero utilizar a un niño
para hacerlo, es propio de personas sin sentimientos, emocionalmente
muertas y sin ningún tipo de empatía hacia los demás, ni tan
siquiera hacia sus propios hijos.
Este tipo de
personas existen y, por desgracia, en número mayor a lo que podemos
imaginar. Son gente rencorosa que no es capaz de respetar la
libertad de los demás, no entienden ese concepto porque piensan que
la libertad acaba donde ellos deciden. No saben ver más allá de sus
opiniones, todo lo que se escapa a su forma de pensar no es válido y
lo toman como un ataque hacia ellos.
Personas
autoritarias e inseguras que actúan como verdaderos
dictadores y no aceptan que las cosas sean distintas a su parecer.
Solo así se sienten seguros. Viven su propia realidad y no se dan
cuenta del daño que están haciendo a sus seres más cercanos. Dicen
actuar en defensa de las personas que quieren pero no son conscientes
del mal que provocan en esas mismas personas, se obsesionan en tener
razón y para ello inventan toda clase de historias sin valorar el
daño que causan a todos, incluso a ellas mismas.
Los que más sufren
los ataques de estos individuos sin escrúpulos morales, suelen ser
personas que han vivido aceptando el sometimiento a la voluntad de
los mismos y que han logrado despegarse, responsabilizándose de sus
propias vidas. Pero el autoritario no puede aceptar el hecho de que
ya no ejerza su poder e intenta por todos los medios seguir siendo
una influencia en la vida del otro, aunque, para ello tengan que
utilizar la inocencia de los más pequeños y el miedo que infunden a
los mismos.
En muchos países
gobernados por un régimen autoritario, observamos como cualquier
persona que se oponga al poder, es privada de libertad bajo
acusaciones falsas que justifiquen esta medida totalmente injusta. Un
dictador no puede permitir que alguien, que debería seguir sus
dictados, decida actuar libremente y salir de esa cárcel moral. Pero
vale la pena ser libre aunque eso signifique recibir un trato
humillante y sufrir acusaciones falsas. Es posible que nos priven de
libertad física, pero la libertad de pensamiento, la moral, esa es
propia de cada persona y nadie puede privarnos de ella si nosotros no
queremos.
Se puede salir del
entorno de este tipo de personas aunque no sea fácil. Al principio
cada falsedad, cada falta de respeto, cada mentira y cada injuria
duele. Nos sentimos impotentes y tenemos la necesidad de defendernos
de esos ataques, sin embargo, con el tiempo y conscientes de nuestra
libertad, nos hacemos impermeables y la única injusticia que duele
es la que llevan a cabo con los niños que deberían ser ajenos y no
sufrir la tiranía de este tipo de personas.
Personalmente estas
personas me causan tristeza, son pobres personas inconscientes que no
reciben amor en sus vidas, solo consiguen el respeto ganado a base
del miedo, pero el miedo se vence y las personas, algún día pueden
aprender que son libres. Cuando esto pasa, su final es la soledad
del dictador que no es capaz de aceptar la realidad y pasar de página.
Una pena.
J.M.G.G.
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