Las personas obviamos que lo que ocurre está ocurriendo y no pasa nada porque ocurra ya que, simplemente, está ocurriendo.
Al Ser Humano le cuesta mucho y no está dispuesto a aceptar lo que ocurre porque vive con la intención de sentirse bien y todo lo que pueda amenazar ese bienestar le da miedo y trata de evitar que se produzca. Es por eso que tememos una enfermedad o a la muerte, no queremos ni pensar en ellas y cuando se nos cruzan en el camino tratamos de esquivarlas mediante la medicina, homeopatía, remedios o santeros milagrosos. Nos empeñamos en conseguir estar sanos pero no tiene ningún sentido hacerlo. La vida, en sí, es una enfermedad y no existe cura para ella.
Intentamos descubrir el origen de las enfermedades, cuando enfermamos nos preguntamos cómo ha podido pasar, nos obsesionamos en saber si nos ha sentado mal alguna comida, si habremos cogido frío o si nos habrá contagiado alguien. Hacer esto no evita lo que ocurre en nuestro cuerpo, incluso sabiendo por qué nos hemos enfermado seguiremos teniendo los mismos síntomas y no nos sentiremos mejor.
Si atendemos al único momento que existe, que es ahora mismo, nos damos cuenta que la enfermedad como tal no existe, nos hacemos conscientes del dolor, del malestar que sentimos en ese preciso instante, pero eso, paradójicamente, es todo lo contrario a estar enfermo. Si estamos presentes y conscientes del momento en el que estamos y de lo que estamos sintiendo, lo que estamos haciendo es estar más vivos que nunca, estaremos siendo conscientes de nuestra vida en el único momento real de la misma. Eso es maravilloso y nos llena de ganas de vivir la vida, aunque sea con los síntomas de una gripe.
Vivimos tratando de superar lo que nos ocurre en la vida de una manera inconsciente, ignorando lo único que existe. Nadie quiere que llegue el momento de la muerte pero, no querer morir significa no vivir en el presente y, por lo tanto, temer a la propia vida. No tiene sentido.
Cuando enfermamos nos excluimos del resto y no somos conscientes de que todo el mundo estamos enfermos. Pensamos que lo que nos pasa nos hace distintos porque los demás están sanos, pero no es así. Lo que ocurre es que estamos sintiendo un dolor, que no nos encontramos bien, pero no estamos más enfermos que el resto de la humanidad. Todos vivimos con una enfermedad llamada vida que, además, no tiene tratamiento y es terminal.
Vivimos tan pendientes de ser felices que todo estado que nos impide sentirnos bien, nos hace luchar contra lo que nos pasa. Esto provoca que nos encontremos peor aún. Nuestra mente nos dice que queremos estar bien, no sentir lo que sentimos, pero el dolor sigue ahí, es lo que está ocurriendo en el presente es la única verdad que existe.
Simplemente siendo conscientes de donde estamos, de lo que estamos viviendo y sintiendo ahora mismo, hace que esa lucha interna desaparezca. Nos damos cuenta del gran poder que tenemos simplemente siendo conscientes del presente, de lo que sentimos y dejando que ocurra. Solo hace falta vivir ahora.
Quizás lo que ocurre cuando sentimos dolor o no nos encontramos bien es que estamos viviendo el proceso natural de nuestra enfermedad de la vida. Da lo mismo que vayamos al médico y que nos de un tratamiento. Eso logrará aliviar el dolor y que nos sintamos mejor pero no curará nuestra enfermedad, seguiremos estando maravillosamente enfermos.
No tenemos más opción que vivir la vida y por más que queramos evitarlo, no tendremos más remedio que llegar hasta el final de la misma. La enfermedad es lo que nos ocurre desde que nacimos pero es una enfermedad estupenda y que constantemente nos empeñamos en evitar vivirla pero no podemos más que ser unos felices enfermos.
Lo que ocurre está ocurriendo y no pasa nada porque ocurra ya que, simplemente, está ocurriendo.
J.M.G.G.
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