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martes, 15 de septiembre de 2015
IMBECIL
Es una norma de educación básica, el respeto a los demás es algo imprescindible para una convivencia digna entre todos. Esto lo podemos ver lógico entre personas civilizadas, incluso en las tribus más inhóspitas el respeto mutuo entre sus miembros es algo primordial.
Dicho esto puede resultar increíble que en una relación de pareja se pueda llegar a faltar el respeto de una manera rutinaria. Pues si: pasa.
Todos sabemos de casos extremos en los que los malos tratos son habituales en la pareja, las noticias nos sacuden cada poco tiempo con asesinatos cobardes por violencia doméstica. Estos, como he dicho, son por suerte casos extremos pero se dan con demasiada frecuencia.
No solo las palizas son formas de maltrato, los insultos constantes pueden hacer mucho daño y lo peor es que no dejan marcas visibles pero al que padece esas faltas de respeto le ocasiona un daño en su autoestima enorme, una anulación como persona de la que se es muy difícil salir.
Yo me pregunto si las personas que tratan así a sus parejas realmente las aman y en caso de que así sea: ¿Qué concepto tienen del amor?
Cuando un hombre o una mujer basan su relación en el insulto o en constantes faltas de respeto, normalmente no lo hacen en privado, los hijos son testigos de los mismos y por norma general víctimas de esa actitud. Si un niño crece en un ambiente donde a un ser "querido" se le trata de manera humillante sistemáticamente, aprenderán que esa actitud es la normal, lo que me hace pensar: ¿Cómo tratarán esos menores a todo el que se cruce en su camino durante la vida? Si un niño crece viviendo como su madre ridiculiza, insulta y menosprecia a su padre, o viceversa ¿De qué manera entenderá que debe tratar a una futura pareja sentimental?
Por lo que he podido vivir y conocer, cuando una persona trata así a su pareja normalmente justifica esa actitud en su forma de ser, quitando importancia y haciendo ver al receptor de los insultos que esa actitud no es anormal. Usan frases como "Yo siempre he sido así y no voy a cambiar ahora". Hacen ver que el culpable de los insultos es la otra persona, lo que provoca la merma de confianza en si misma debido al sentimiento de culpabilidad y que la convivencia sea insostenible.
Ante este panorama, en una familia donde debería reinar el amor y el respeto lo que impera es el insulto y la falta del mismo, lo que provoca una más que probable ruptura familiar con el sufrimiento añadido de los niños.
Aunque no lo parezca,la decisión de romper una relación de leste tipo es muy difícil. Siempre nos produce temor lo desconocido a pesar de que lo que dejamos atrás sea dañino para nosotros.
Da miedo la soledad, la inseguridad y la desconfianza adquirida con el trato recibido hacen que el futuro se vea con incertidumbre y probablemente se necesite de alguien para abrir los ojos ante una situación que no se ve.
Se puede salir de esa situación, ante todo debemos tener amor propio y no dejar que nadie anule nuestra personalidad. Este maltrato silencioso duele y nuestra vida es demasiado valiosa para perder el tiempo curándonos la heridas.
La decisión puede tener consecuencias como todas las decisiones pero hay que luchar y saber que se puede vivir con amor y con respeto, que esas sensaciones, por suerte, están mas cerca de lo que se piensa y cuando se descubren es algo tan maravilloso que nos preguntamos como hemos podido aguantar tanto viviendo sin ellas.
Como dije al principio es una cuestión de educación y sobre todo de respeto a los demás. Algo muy sencillo pero que algunas personas no lo practican ni tan siquiera en su propia familia.
Se de lo que hablo.
J.M.G.G.
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